Pues parece que no es tan fácil ir a un mundo sin efectivo. Suecia estaba a punto de conseguirlo, hasta que se ha dado cuenta de que:
Si el volumen de efectivo se reduce a menos del 10% deja de ser eficiente dedicar la infraestructura física hoy establecida para garantizar la distribución
Se ha recomendado a los ciudadanos que guarden en sus hogares algo de efectivo para emergencias ya que no se sabe qué podría ocurrir en el país en caso de que cayesen los sistemas de pago o se produjese un ciberataque.
Sin el efectivo, además, el papel del Estado como garante soberano se desvanece frente al mayor peso de los bancos comerciales.
Exclusión social y cómo sectores menos digitalizados no puede hacer frente a, por ejemplo, su factura de teléfono.
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