Hace un par de semanas descubrimos en casa un nuevo juego rápido para jugar niños y mayores. Su funcionamiento puede parecer simple y tonto, pero es una de las enseñanzas vitales más profundas que he sufrido hace tiempo!!
El juego se llama Tengo Dúo (obviamente no está patrocinado este contenido). Las reglas son fáciles, se puede jugar de forma individual o en equipos. Imaginad dos equipos de 2 personas, el juego consiste en que se lee una frase en alto (“Principales ingredientes del cocido”) y cada uno tiene que ir apuntando en la libreta 2 soluciones que considere válidas.
Gana la pareja que más coincidencias tenga entre estas 2 soluciones.
Y ahora te estarás preguntando por qué narices me he decidido a escribir sobre éste simple juego, y es que después de haberlo probado 4 o 5 veces, los resultados son sorprendentes.
Es un juego que te enseña que todos y cada uno de nosotros somos distintos, pensamos de forma distinta, tenemos distintas vivencias y distintas formas de interpretar lo que podría ser una misma realidad (los ingredientes de un cocido).
Incluso dentro de un mismo ámbito familiar en donde podríamos pensar que es fácil obtener respuestas similares, no es así. El agua es un ingrediente? Después de los garbanzos, qué pondríais? Os basáis en un criterio objetivo o culinario o decidiríais en base a lo que más os gusta? Esta vuestra respuesta influida por lo que podéis pensar que va a pensar vuestra pareja?
De verdad es uno de las enseñanzas más profundas de los últimos meses y lo podemos aplicar a todos los aspectos de nuestra vida: nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros equipos, nuestros compañeros… TODOS SOMOS DISTINTOS y pensamos y actuamos de forma distinta. No demos por hecho la normalidad (lo normal no existe, existe lo más común).
Lo que más me ha impactado sin duda del juego es que en la ronda de poner en común las palabras, todo el mundo defendía las suyas como si fuese la única verdad absoluta. La vida tal cual.
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